Millones de fanáticos de Cre- púsculo comenzaron a salivar la semana pasada con el estreno de New Moon. Porque si el primer film introdujo en la audiencia a los amantes Bella Swan (Kristen Stewart), una dulce colegiala, y a Edward Cullen (Robert Pattinson), un vampiro vegetariano cuya mayor desdicha es no poder poseer del todo al objeto del deseo; en la secuela ambos personajes conocerán las consecuencias de un amor tan particular.
Eso sin contar que está por aparecer el clan de los hombres lobos, eternos rivales de los vampiros; y un clan de chupasangres que desea ver a Bella y a Edward muertos: los Volturi, que aguardan su oportunidad en Italia.
Ah, y un romance repentino surgido entre la inocente Bella y Jacob (Taylor Lautner), quien en esta ocasión ha sufrido un cambio físico nada despreciable: sus pectorales están mucho más inflados, ya no tiene el rostro de niño, y esconde en su interior a un lobo sediento.
"No suena como una película divertida, ¿verdad?", bromea el director de la película, Chris Weitz, vía telefónica desde un hotel de Los Ángeles, quien tras dirigir American Pie (1999), Down to Earth (2001), y La brújula dorada (2007), lucía perfecto para los expertos para ponerse tras las cámaras de la segunda entrega de la saga de Crepúsculo: New Moon. Pero, un momento...
"Yo siempre trato de hacer algo diferente en cada proyecto", dice el cineasta de 40 años. "Y en el caso de New Moon me parecía un poco raro porque es una combinación de todos los elementos que habían tenido algunas de mis películas y que, por ende, conozco muy bien: es la adaptación de una novela, está llena de efectos especiales, tenía que volver a trabajar con actores jóvenes... Pero la verdad si algo me entusiasmaba era que es totalmente opuesto a lo último que hice: La brújula dorada".
Igual estaba fascinado con la idea de dirigir New Moon por una razón: más allá de la acción y de los maravillosos efectos especiales que le robaron su atención durante muchísimas horas de rodaje, Chris Weitz cuenta que al leer el libro quedó impactado con el verdadero drama y el sentimiento de melancolía que invade la segunda entrega de Stephenie Meyer.
"Yo estaba mucho más interesado en eso que en otra cosa. Esa profunda depresión que embarga a Bella y en cómo iba a poder mostrarle al público este sentimiento a través de imágenes que fueran al mismo tiempo interesantes y hermosas. eso fue lo que me atrajo desde el primer momento".
Por eso el rodaje en Italia, dice Weitz, fue tan excitante. "Fue allí donde rodamos esa impactante secuencia final en la que Bella llega a salvar a Edward de la muerte segura. Y creo que eso es muy importante en el film: aunque Edward siempre ha sido mostrado como el protector de esta relación, aquí veremos cómo es ella quien asume ese rol", apunta el director, quien confiesa sin embargo que lo mejor de esta historia no es precisamente la relación entre Edward y Bella sino... entre ella y Jacob.
"Hay algo sexy y muy interesante con el personaje de Jacob en esta historia", explica Weitz. "Es cierto que Bella ama a Edward, pero al mismo tiempo siente por Jacob algo muy especial, que vaya tal vez más allá de una mera amistad. Es su mejor amigo, es cierto, pero recuerda que él quiere algo más...", agrega el cineasta, quien dice haber quedado encantado con todos los actores de la película.
Y ello a pesar de Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner y el resto de los actores que repitieron en la segunda parte ya tenían bien establecido el carácter de sus personajes. "Eso es verdad", apunta Weitz. "Pero a pesar de que eso hubiera podido ser un problema, todos, sin excepción, escucharon con atención mis sugerencias y mi lectura de New Moon. Más bien estuvieron sumamente atentos a lo que yo decía. Pero mi filosofía en el set con respecto a los actores es escuchar todo lo que tienen que decir, tomar notas, leer con ellos el guión, y dar rienda suelta a la imaginación".
Gracias a R&KL
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