by: Caliope Cullen
― 4 ―
Mis días mejoraron después de aquello, me limitaba a no pensar en él y a recibir con los brazos abiertos la alegría de Jake, la calidez de su sonrisa me daba un sol, aunque mis noches seguían anhelando una luna que me trajera el olor dulzón de mi cama de Forks.
Había sido lo suficientemente prudente de llamar a papá cada tanto para evitar que fuera él quien intentara ubicarme en California… y con mamá había mantenido la suficiente comunicación via email como para que tampoco ella cortara el pacto que tenía con Phill, de no llamar a Charlie. Todo estaba bien… salvo el no tener idea de qué pasaba en Foks y de no estar completamente segura de si el sacrificio valía la pena. Todo estaba bien sí… hasta que abrí mi cuenta de mail y encontré un correo de Rosalie que titilaba bajo la categoría de “urgente” en la bandeja de entrada.
“Sin preguntas… súbete a un avión y ve urgente a Volterra… sin el lobo.” Jacob leía atrás mío tan ávidamente como yo.
―Ni lo pienses. ―me dijo y no le devolví ni la mirada. Tomé el teléfono y marqué la casa de los Cullen en el preciso momento en que el timbre del departamento nos sobresaltó a los dos. Colgué, asustada, autoconvenciéndome que ni bien despachara a quien fuera, intentaría otra vez.
Alice estaba al borde del llanto parada al lado de la puerta, con Jasper al lado. Ambos gruñeron cuando Jacob se plantó al lado mío y me tomó de la mano en un gesto demasiado posesivo.
―Fuera “chupasangres”.
―No es asunto tuyo “Perrito”. ―le susurró irónica Alice.
Iba a empezar a discutir cuando los ojos de Alice quedaron en blanco, con la mirada fija en el horizonte y dando un grito de esos que sabían ponerme los pelos de punta.
―Alice… dime que pasa por Dios…
―Sam… Sam intenta violar el tratado.
―Debe ser porque ustedes han metido la pata, mi gente no traicionaría jamás el acuerdo si no lo hicieran ustedes.
―¡Pues ve a comprobarlo!!! Son unos malditos asesinos…
―Cálmate Alice.
―No puedo Bella… Sam tiene rodeada la mansión desde hace días, ni siquiera Billy Black ha conseguido manejarlo…
Jacob se agarró de mi mano suplicante.
―No les creas Bella.
―Jake…
Él me miró con los ojos más tristes que he visto en mi vida y me soltó casi en cámara lenta.
―Sabes que te quiero Bella… pero eso no te importa. ―Salió de la habitación y la mitad de mi corazón salió tras él.
Necesitaba correr tras Jake, pedirle perdón por el dolor, por el tiempo perdido, por la alegría regalada incluso a mi egoísta crueldad. Lo necesitaba sobremanera, igual que a su pecho tibio que me entibiaba el trozo de hielo en que se había convertido mi corazón. Pero no era capaz de mentir… de enmascarar la angustia devastadora de saber que Edward estaba allí, en algún lugar… son mi.
―Vamos Bella… debemos ir a Volterra. ―Estaba en blanco… Jake… Volterra… mi amigo… mi amor…― Edward corre peligro allí.
―No puedo ir.
―¿Qué dices Bella?
―Rosalie ha dicho…
―Rosalie ha sido una estúpida esta vez. Es cierto, ha intentado proteger a su familia… pero TÚ eres parte de la familia también. ―Alice gesticuló rabiosa, como recordando discusiones que tal vez tuvo más de una vez. ―Simplemente olvídalo Bella… ella está arrepentida también.
Fui prácticamente arrastrada por el aeropuerto primero y por las calles de Volterra después, dentro de un enjambre de aclaraciones y de nuevas dudas… y de largas conversaciones vía celular con Carlise… todo, para entender que igual que hacía unos meses los “mios” corrían un peligro infernal: la secuencia se había dibujado tan maquiavélicamente que me pregunté si no estaría en un sueño lógico del que despertaría llorando una vez más sobre el hombro afiebrado de mi mejor amigo.
Había conseguido grabar la historia en oraciones cortas, que resonaban una a una en mi cabeza como el tic tac de un reloj antiguo:
Yo me había marchado.
Edward había ido a buscarme hasta lo de René.
Averigüó que Jacob me había acompañado.
Supuso que había huido con él.
La tribu continuó sumando metaforfos… con un total de 12 lobos adultos a hoy.
Sam se había rebelado al Consejo de Ancianos y rodeaba la mansión esperando una cacería real.
Edward había ido a Volterra a pedir en nombre de Carlise, una mínima protección.
Y según la visión de Alice… se la habían negado.
Qué podía hacer con esa información… además de estar completa y rotundamente agobiada por la posibilidad de perderlo.