CAPITULO 21: Tortura
Edward:
Estaba terriblemente tenso, Jacob se había marchado sin decirme nada y como nunca me había cerrado su mente para impedirme entrar. Yo oía a Billy contar sobre el ataque de los Volturi a la reserva, intentando no perder los detalles por si eso servía de algo para un enfrentamiento futuro… pero no, estaba terriblemente tenso.
Jacob me habló de repente y no comprendí el alcance de lo que me dijo hasta que los ví llegar… Bella, él… dos lobos y un vampiro más, custodiado por ellos y aletargado.
“Prepara la jaula que tiene tu padre para los osos”.
“¿De qué hablas?”
“¿Podrías hacerme caso y dejar de cuestionar todo? Este bicho no estará mucho más tiempo controlado”
Bella ni me miró, subió a su habitación y me dejó solo con Jake.
—¿Pasó algo? —pregunté.
—No… nada Edward… solamente dos sanguijuelas atraparon a la Bonita caprichosa, Seth y Leah acaban de entrar en fase… tenemos un vampiro de rehén… y estoy cansado…
—Oye amigo! Tranquilo… ojalá tuviera alguno de los súper poderes de ustedes para no ser una carga y ayudar más… pero no te la tomes conmigo!
Él me miró y suspiró.
—Tienes razón… es sólo que dentro de todo ahora mismo envidio tu “simplicidad”.
De pronto sentí el vacío. Una pérdida total de sensaciones motoras que me dejó helado… no había luz, ni sonidos, ni tacto… me sentía como flotando en una nebulosa sin siquiera voz para gritar auxilio.
Bella:
Oí a Jacob gritar mi nombre desesperadamente desde la planta baja. En cuanto bajé ví a Alec encerrado en una especie de jaula y al resto de los que estaban allí, totalmente inertes en el piso.
—¡Déjalos Alec! —grité, mientras me arrodillaba junto a Edward y Jacob.
El contacto con ambos al mismo tiempo volvió a desencadenar la misma situación que en la cabaña del Brujo, sentí los cuerpos y las mentes de ambos fusionadas con la mía y ambos despertaron al instante.
“Gracias a Dios!... están bien?”. “Sí”. Respondieron casi al unísono. “Y podemos oírte… nos estás hablando mentalmente, Bonita… tengo una teoría al respecto Edward… ¿a ver que piensas?... recuerdas lo que dijo el Brujo: Mente… fuerza… inmortalidad… creo que cuando ‘entramos en fase’ por decirlo de alguna manera, en esta especie de fusión, cada uno de nosotros extiende su… ‘don’… sobre los otros tres”
“Guau!... eso sería genial”.
“¿Cuál es tu súper poder Bella?... qué nos transmites?”
“¿Estar muerta tal vez?” —respondí irónica mientras los ayudaba a incorporarse, sin soltarlos de las manos.
—Bella ¿qué diablos? —Alec nos miraba sin dar crédito a sus ojos… ¿cómo pueden romper mi defensa?... Oh! Caius tenía razón… el sello se ha roto.
“Sería bueno que nos explicaras eso del sello Bella”
“Es una vieja profecía… nuestra raza fue creada a partir de un pacto… un pacto que se cerró con la sangre del primer vampiro en una tumba de piedra cerrada con un sello en la misma ciudad de Volterra. La profecía dice que cuando el sello se rompa la raza vampiro morirá… porque el enemigo socavará los cimientos desde adentro.”
“Al menos sacamos algo bueno de todo esto… las sanguijuelas se extinguirán”.
No hice ninguna acotación al comentario de Jacob. Yo también era una ‘sanguijuelita’ y sabía que él estaba lo suficientemente dolido por lo de hacía un rato como para incluirme en la lista aunque más no sea como catarsis.
La ‘separación’ esta vez tardó más… y dio tiempo a que Billy preparara un té de hierbas que forzadamente Alec debió beber y lo dejó tan desencajado como la ponzoña de la mordida de Jake.
Una vez más sentí lástima por él. Siempre fui yo la que le hice daño buscando una revancha estúpida y egoísta con Jane… él me amo, y yo estaba segura de ello porque me abrió las puertas al honor de pertenecer a la Guardia, a los privilegios que traía consigo ese honor, e incluso, a la subordinación de Jane a mi.
Lo miré con culpa… lo había usado, siempre lo había usado… por vanidad, por avaricia, por placer. Y él me había dejado marchar y me había protegido de Jane siempre, sin condiciones, sin pedir nada a cambio.
—Juega de nuestro lado Alec, por favor.
—Nunca fue un juego Isabella… al menos no para mi.
—No es el momento… ni creo que arregle algo con esto Alec… pero perdóname, nunca debí… ya sabes…
Alec no me contestó, y mi soberbia se partió en mil pedazos mientras veía el daño que había causado sin motivo. Le acaricié el cabello metiendo mi mano en la jaula, y quedamente susurré:
—Perdón.