CAPITULO 6: El Gran Brujo
Bella:
Cuando nos detuvimos sentí por segunda vez en toda mi vida que mi corazón se paraba… o sea… yo ya estaba muerta, pero era un hecho que ese lugar era el peligro reencarnado para mí. La nariz se me llenó de ese asqueroso olor a pelo mojado que no había dejado de sentir desde el aeropuerto y todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se tensaron como miles de fibras de hierro… sentía que el instinto me gobernaba y no hacía más que temblar.
Estábamos solos, comenzaba a amanecer y algunos rayos de luz reflejaron en mi piel el brillo de una piel diamantina… con rabia descubrí que Edward y Jacob me miraban fijamente sin comprender nada y entonces cerré los ojos deseando que ese fuera el último día de mi vida. Respiré hondo y sólo busqué en mi memoria tres sensaciones: la ternura de René, a quien amaba por sobre todas las cosas… la sensación de paz y protección que sentí al tomar de la mano a Jacob… y la emoción agolpada en cada uno de mis nervios en ese instante en que Edward me miró directo a los ojos.
—Nadie va a hacerte daño… —oí que alguien dijo, y me atreví a buscarlo con la mirada.
Un poco más atrás de Jacob y Edward un anciano me miraba, escrutando cada uno de mis movimientos… no había nadie más alrededor… y no caí en la cuenta de nada hasta que Jacob habló.
—Gran Brujo… ¿qué pasa? —preguntó Jacob y se notaba que sentía dolor… recordé a Jane y sus ataques rabiosos en Volterra.
—Ten paciencia Jacob Black… a su tiempo todo se responde…
—No puedo, me estoy quemando por dentro… —su voz sonaba tan crispada que en un arrebato me acerqué a él buscando aliviarlo de alguna manera. Bastó tocarlo para desencadenar lo que nunca jamás me perdoné después.
Jacob literalmente estalló, su cuerpo duplicó su volumen y supe al fin porque ese maldito olor a pelo mojado me había malhumorado todo el camino… Jacob era un licántropo… la tribu entera eran licántropos… y yo estaba entre ellos, sola… terriblemente sola… definitivamente era hora de pedir perdón si es que había un Dios que guardara algún lugar para mí.
Se oyó un ruido insoportable y quedé en suelo agazapada sin poder moverme, miré a Jacob que volvía de repente a su forma humana totalmente estupefacto… y miré a Edward… deseando, pidiendo, rogando a un Dios en el que ya no creía, que nada de esta historia bizarra y fantástica pudiera hacerle daño.
Las mil pretenciosas y engreídas creencias de creer que como vampiros eramos una raza superior se esfumaron ese amanecer… me sentí terriblemente vulnerable, sumamente ignorante y fatídicamente angustiada, temí por René, por Phill… por Jacob y Edward sin conocerlos… temí por mi alma si es que existía algún indicio de algún resto de ella en mí y lloré desconsoladamente.
Jacob:
No puedo pensar en absolutamente más nada que este calor que siento que circula por mis venas quemando cada centímetro de mi cuerpo. Nunca la fiebre fue tan abrazadora ni tan desesperante como ahora, la sensación que me inunda es de un volcán inmenso y profundo que necesita explotar urgente a menos que desee derretir cada parte de mi cuerpo.
Edward manejó como un loco, pero los segundos se me hacían siglos de infierno en esa piel. Salté de la parte de atrás de la camioneta y miré a la bonita, el Gran Brujo me había dicho que me lo diría a su tiempo… pero yo ya había entendido todo… ahora la veía brillar con los rayos del sol, perfecta, hermosa… engatusando a sus presas con todas las gracias que podía darle la naturaleza… y pensar que yo también pensé que era una belleza. “Tonto… y pensar que le dije a Edward que no pensara con sus pantalones”.
“Oye amigo, oí eso” me respondió él en mi mente.
—Nadie va a hacerte daño… —oí decir al Gran Brujo, mientras tenía los ojos clavados en la bonita.
“¿Como que nadie va a hacerte daño?... es un vampiro!”
—Gran Brujo… ¿qué pasa? —conseguí preguntarle pero una oleada de calor me quemó la garganta con cada palabra haciendo que me doblara en el piso de dolor.
—Ten paciencia Jacob Black… a su tiempo todo se responde…
—No puedo, me estoy quemando por dentro… —no pude terminar la frase, la maldita bonita… vampiro al fin y al cabo… por quien sabe que regla de tres se me acercó y me tocó.
El dolor cesó… la miré buscando agradecerle y caí en la cuenta de que ya no era yo… el cuerpo se me transfiguró en un animal enorme, brusco y terriblemente atroz… con la mente en blanco buscando una sola presa que cazar… ella.
El Gran Brujo ni siquiera me tocó, pero sentí un latigazo cegador que rompió en el aire y quedé inmóvil, viéndola agazapada en sí misma, vulnerable, sola… triste… sí triste, pude sentir su tristeza y su arrepentimiento… su melancolía me dolió, sentí como mi ira se aplacaba mientras oía su respiración resignada y volví a ser yo… confundido, alborotado, conciente de que la fantasía se había vuelto una realidad y no era un videojuego ni un cuento de fogata contada por los ancianos.
Volví a mirarla, la bonita lloraba, ¿podía un vampiro llorar?... me ví tentado a abrazarla… pero ni siquiera dejé que el deseo se convirtiera en pensamiento. Detestaría que Edward lo oyera.
Edward:
Algo pasaba y era evidente, Jacob estaba mal, médicamente mal. Tenía que llegar cuanto antes a la reserva y llamar a mi padre, así que conduje como un loco mientras intentaba entender un poco más de lo que le pasaba tanto a él como a ella, procurando ver el camino de manera conciente y apartar el recuerdo de la profundidad de sus ojos cuando nos miramos un rato antes. “Definitivamente me calaste hondo Bella Swan”, pensé y bajé de la camioneta para ayudar a Jake.
Él ya había saltado al suelo cuando llegué hasta él y al voltear a ver a Bella de nuevo me paralicé… ella brillaba bajo la luz del sol… titilaba como miles de estrellas prendidas a su piel, no resistí la tentación… busqué en sus pensamientos tratando de traducir sus ojos cerrados y sus gestos de desesperación.
“Sea lo que sea que pase René, eres la mejor madre que pude haber tenido… envuélveme con tu ternura otra vez aunque más no sea desde mis recuerdos.” —“Buena hija”, pensé.
“Si existes Dios… ojalá me puedas dar esa misma paz que sentí hace un rato con el tal Jacob, hace demasiado tiempo olvidé la sensación de recostar mi cuerpo sobre unos brazos que me protejan… aunque sean tan rudos como los de él.” —“Mmmmm… esa no me gusta amigo, ni pienses que te contaré que llevas el marcador 1 a 0.”
“Pero por sobre todas las cosas Dios… milagrosamente déjame sentir de nuevo ese ardor que recorrió mi cuerpo ante la mirada de Edward… a pesar de todos mis errores y a pesar de toda mi impertinencia vampírica me acabo de sentir humana por última vez.” —“Vamos Cullen todavía!!! Eso es una chance… y no dudes mi peligrosa vampiro que no la desaprovecharé.”
“Perfecta… es endemoniadamente perfecta y hermosa… Tonto… y pensar que le dije a Edward que no pensara con sus pantalones”. —pensó Jacob.
“Oye amigo, oí eso” le respondí mentalmente… tratando de distender un poco la tensión que había… pero fue en vano, el Brujo habló, sin dejar de mirar a Bella con una fijación que asustaba.
—Nadie va a hacerte daño… —le dijo a ella.
—Gran Brujo… ¿qué pasa? —reaccionó Jacob, instigándolo, aunque debió doblarse luego de dolor.
—Ten paciencia Jacob Black… a su tiempo todo se responde…
Y el resto fue una escena bizarra de película de terror… Bella se le acercó con un gesto de compasión extraña… Jacob gruñó con un aullido salvaje que reverberó en mi mente paralizándome… y de pronto ya no era él… era una mezcla musculosa de pelos que se movía rabioso en cuatro patas olisqueando el aire… y agazapado como para saltar furioso en segundos para destrozar a Bella… no sé qué magia desconocida cubrió la escena, pero todo se paralizó, el aire se volvió denso y los movimientos se detuvieron, sentí mil emociones que me atravesaban desde la mente de Bella y desde la de Jacob.
Soledad, tristeza, arrepentimiento… en ella. Confusión, duda, alboroto… en él.