Autora: Caliope Cullen
CAPITULO 43 Pistas
Bella:
La última frase de Edward me puso realmente nerviosa. Le tendí el papel a Jane sin pensar, lo único que quería era estar ya en el mismo lugar que él… “podrías apurarte”, había dicho… y había sonado algo tenso en mis pensamientos.
—Jane… por favor… —es importante que recuerdes, le dije.
Jane estaba lívida, me miraba demasiado sorprendida para poder reaccionar.
—¿Era René?
—¿Qué dices Jane?
—Es que… perdóname Bella… yo no sabía quien era… Caius no me dejaba…
—Jane por Dios… sé clara.
—Amor… —le dijo Jake.
Ella se aferró a su corpulento brazo.
—Caius me ha obligado a torturar a alguien que ha tenido encerrado en uno de los calabozos de Volterra, pero jamás me ha permitido verlo.
Tambaleé con el comentario. René había vuelto cambiada de su último viaje a Volterra y había insistido terriblemente en ese viaje a Forks… me había dicho que de eso dependía su vida… aunque el tono que usó fue el de siempre, jovial y pizpireta, pero con un dejo de ansiedad. ¿Sería posible que no hubiera visto la desesperación en mi propia madre? Si… definitivamente sí era posible.
—Caius me había dicho que era un espía… que había un complot contra Aro y que se lo había dicho a él, pero no le creía. Que Aro estaba subestimando a otros vampiros y que él se sentía responsable por el Clan.
Yo ya no escuchaba más nada… acababa de confirmar que probablemente la muerte de René era consecuencia de mi egoísmo. Supe que Jane seguía hablando porque parte de mis sentidos detectaban el sonido de su voz, pero mi mente no pudo hacer otra cosa que disparar una carga de adrenalina histérica hacia mis músculos, haciendo que yo misma emprendiera una carrera endemoniada hacia el hotel, donde parte de mi vida se decidiría en momentos.
Edward:
—¿Algún resultado humano? —me preguntó Aro.
—Algo así.
—Eso espero. Porque después de este teatrito no tienes otra chance. He reunido a mi Clan y a los principales miembros de
—Tengo un par de pistas, pero la verdad no se me ocurre como “probar” nada.
—Lo siento humano… sabías los riesgos. Y debes reconocer que la chance que te he dado ya es sufiencientemente compasiva.
No le respondí… ¿compasiva?... cayeron de repente en “mi” pueblo, detrás de “mi” vampira… y ahora estaban por decidir sobre “mi” vida. Eso resultaba un poco cómico… si… pero dentro de la categoría de humor negro.
Nunca en realidad me había hospedado en el hotel de Forks… pero jamás pensé que los espacios me resultaran tan pequeños. Necesitaba aire… el pecho me apretaba en una mezcla tortuosa de angustia y de miedo, era difícil acostumbrarse al hecho simple de ir por el pasillo caminando hacia lo que podía ser mi propia tumba ¿o exageraba? ¿estaría Aro dispuesto a dejarme ir? No. De eso estaba seguro.
Había exactamente diez personas reunidas en la suite más grande del hotel. Aro me indicó que me sentara en una silla frente a ellos e inició una lenta presentación. Tal vez pensando que esos movimientos me darían el tiempo suficiente para hurgar en la mente de los demás.
—Edward… te presento a la realeza de mi mundo, mis hermanos: Marcus y Caius, y sus respectivas esposas Didyme y Athenedora… mi esposa, Sulpicia.
Indicó a cada uno de ellos y me indicó que saludara cortésmente a las damas, asentí con la cabeza respecto a cada nombre y por cada uno fui estrechando las manos atentamente, atento al menor murmullo en busca de mi “voz” perdida.
—Y nuestros miembros principales de
Suspiré intranquilo, Bella estaba a merced de alguien, no había contado con esa doble jugada de Aro.
—Y bien Edward? Estamos esperando tus palabras… ya te he dejado en claro mi postura… y también las consecuencias de esta discusión.
Él se acomodó entre dos de los vampiros que me había presentado y yo me desconcentré abruptamente… la puerta se abrió y los ojos de Bella se pasearon por toda la habitación, mientras detrás suyo Jacob entraba corriendo tan atropelladamente como ella.