Dirección: Chris Weitz
Guión: Melissa Rosenberg, basada en la novela homónima de Stephanie Meyer
Reparto: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Michael Sheen, Dakota Fanning, Billy burke, Ashley Greene, Peter Facinelli.
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Montaje: Peter Lambert
Música: Alexandre Desplat
Arte: David Brisbin
Productores: Wyck Godfrey, Bill Bannerman
Productores ejecutivos: Marty Bowen, Mark Morgan
Productora: Summit Entertainment
Distribución:
Un apunte inicial: ¿recordáis como hace dos años estabamos prácticamente todos saltando como ranas en una parrilla contando horas, minutos y segundos para el estreno de The Dark Knight?. Bien. Este es el Dark Knight de las chicas. Sustituye “explosiones” y “hostias” por “abdominales” y “pasión”. Y vampiros. De acuerdo: no exactamente vampiros en el sentido más tradicional del género. En realidad, podríamos llamarles adolescentes, a secas. Dejando a un lado el contexto fantástico en el que se desenvuelve la historia –porque al final no tiene ninguna importancia–, la saga de Crepúsculo está protagonizada por auténticos inadaptados sociales que reúnen todas las características psicológicas (angustia, tristeza, ansiedad, soledad) pero, hete tú aquí, prácticamente ninguna de las mundanas (siendo las principales marginación y, sobre todo, la violencia que ejercen sobre ellos todos los matones de instituto). Y este es el un problema, menor, pero problema de los muchos, muchos que tiene Luna Nueva, como los tenía Crepúsculo: buenas películas en potencia que, en realidad, terminan asfixiadas por gente que malinterpreta desde el principio un material que, a su vez, debería haberse trabajado mucho mejor.
Chris Weitz es el director de este film y, por increíble que parezca, hace que se eche de menos a la directora de la primera entrega, Catherine Hardwicke, quien tenía el buen criterio de ir absolutamente a saco y convertir cada escena en una exhibición de angustia. Aquí, de alguna forma, Weitz deja que el film respire como si el mediocre guión que tiene entre las manos le permitiera convertir el film en un thriller, en una de suspense o en una de hostias entre vampiros y hombres lobo. Luna Nueva no es absolutamente ninguna de esas tres cosas. Se mueve en terrenos muy extraños para nosotros tíos que intentamos clasificar estas películas en un género que nos agrade. Si hay algo que sí es, es un film romántico, y uno en el que los dos principales interesados se pasan tres cuartas partes de la película sin interactuar, lo que es la muerte de la película y eso no hay cristo que lo salve. Weitz carece de ningún tipo de recurso visual para alegrar la historia y exagera muchos detalles que Hardwicke pretendía dejar a la intuición, empeñada como estaba en dar caña emocional. Weitz “michaelbayfica” el film en determinados momentos sin darse cuenta de que la película no da más de sí. Así sale lo que sale: los efectos especiales son ridículos, las escenas de suspense no tienen suspense alguno y la pelea final es bochornosa. Mala señal.
Otro problema: Luna Nueva es una segunda entrega que nunca termina de contarnos una historia concreta. Veamos: la protagonista del film, Bella Swan, recibe la demoledora noticia de que su novio vampiro, Edward, la deja para siempre para salvar su vida; en un incidente previo, sus hermanos vampiros casi devoran a la pobre muchacha a bocados después de que ella se corte el dedo con un papel (en serio). Abandonada y amuermada, Bella encuentra refugio en los brazos de Jacob, un descendiente de nativos americanos que da la casualidad de que es un hombre lobo. En realidad no es tanto un novio de rebote como un hombro sobre el que llorar, porque Bella pertenece a Edward, y Edward pertenece a Bella, hasta tal punto que uno es incapaz de diferenciar el AMOR de la PARANOIA OBSESIVA. Todo esto que os he contado, por cierto, remite gran parte a la película anterior, a la que Luna Nueva no se molesta en hacer la más mínima referencia, porque cuenta con que ya la has visto. Por lo tanto, más que una historia en firme, es más el segundo capítulo de una miniserie concebida para ser vista de una tacada, en la mejor tradición del cine de nuestros días, donde el concepto “secuela” se ha degradado enormemente.
Es una lástima porque los elementos nuevos son positivos y se concentran en la parte de film que transcurre en Italia –adiós bosques– en la que aparecen los llamados Volturi, una antiquísima familia de vampiros, bastante más reconocibles por los fans del género: van de negro, son pomposos, inquietantes, elegantes y, como mero detalle adicional, matan gente. Porque eso hacen los vampiros de cuando en cuando y da cierta vidilla, sensación de amenaza, aliña la película. Todo lo que les rodea demuestra además que los de Summit Entertainment han decidido gastarse una moderada cantidad de dinero en este film, y su mejorado equipo técnico se luce. El diseñador de producción, David Brisbin, está contento, y se nota. El eibarrés Aguirresarobe, dire de foto, también. Alexandre Desplat, en la música, más aún. No se acaban las buenas noticias: entre los tales Volturi se encuentran Michael Sheen y Dakota Fanning, un par de actorazos (Fanning en particular, que empieza a dar verdadero miedo: está salvando la transición de niña a chica con una seguridad encomiable y su potencial es tremendo). A diferencia del trío de jóvenes protagonistas, estos dos no han hipotecado su futuro con esta saga, no tiene la presión o la desgana que puedan tener Pattinson y Stewart, y joder si se nota: se están divirtiendo, algo que el film necesita imperiosamente. No me esperaba que sucediera en el film anterior, esto de reirme, pero sí en este, tan interesado como está en tocar tantos palos de la baraja.
Los tres protagonistas principales son otro cantar. Robert Pattinson es un actor. Taylor Lautner no lo es, pero al menos parece tomarse sus problemas con cierto sentido del humor, y se agradece. No sé todavía si Kristen Stewart es carne o pescado. La actriz no hace absolutamente nada para inclinar la balanza en uno u otro sentido. Bella Swan es un personaje con una personalidad tan poco definida que es el público quien tiene que rellenar los huecos, porque Stewart no lo va a hacer por ellos: hay momentos en los que ni siquiera parece estar en la película. La actriz tiene muy poco que agradecer al material original, uno de los protagonistas más reactivos de todo el cine reciente: siempre actúa en función de lo que la sucede y nunca parece tener ni el más mínimo asomo de iniciativa personal independiente. Pattinson –quien inteligentemente se está sobrecargando actualmente de films bastante diferentes de este– reconoce por instinto las debilidades de su personaje (es un chulopollas, un egocéntrico y un perfecto imbécil) y trata de evitarlas como puede, presentándole como una víctima involuntaria de los acontecimientos, a ver si cuela, en el ambiente que se respira
Porque nada parece salir de Luna Nueva por voluntad propia. Un acontecimiento sin mayor trascendencia –pero, en perspectiva, tan obvio como ridículo– desencadena una serie de situaciones en su mayoría producidas por malentendidos y coprotagonizadas personajes que en la mayor parte son absolutamente irrelevantes (el padre, el rastas de la primera, menganito…) para la historia que se nos está contando, que la relación amorosa entre Bella y Edward, quienes, repito, no se ven durante tres cuartas partes de la película, rellenadas por otra relación medio amorosa entre Bella y Jacob que, en realidad no va a ninguna parte porque Bella pertenece a Edward… y así el guión es una verdadera atrocidad infumable. Melissa Rosenberg es una guionista de probada experiencia y gran talento (escribe la serie de Dexter), así que me encantaría señalar con el dedito a la tal Stephanie Mayer, pero no puedo hacerlo porque no he leído los libros. Sólo puedo imaginar que se le da mucho mejor describir estados de ánimo que estructurar secuencias lógicas.
Sería fácil solventar Luna Nueva con esta frase: “Gustará a los admiradores, pero no creará fans nuevos”. Porque es cierta. Los admiradores no necesitan más que un par de momentos reconocibles del libro para conseguir una experiencia satisfactoria. Si el Real Madrid hace dos jugadas al toque en todo el partido me doy por contento. Aquí sucede lo mismo Los que se acerquen a Luna Nueva como película en sí van a atravesar muchos más problemas. Desde luego, es eficaz y cumple su propósito, no muy cinematográfico. Es un film con muy poca pasión, con muchísimas prisas y que se apoya en un equipo no muy amplio de personas. No es Harry Potter, donde más de un millar de empleados consiguen un producto de calidad técnica superior año tras año. En cuanto a la referencia al fútbol… bien, las chicas tienen con Crepúsculo su propio fenómeno. Seguro que si vuestras novias son fans las veréis más contentas. Eso no tiene precio. Pero pagar por este film si no te gusta ni conoces el percal, no tiene sentido
FUENTE
lashorasperdidas
Via: RTP
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