10 abr 2010

FANFIC: La Trilogía

Autora: Caliope Cullen

CAPITULO 29: Sentimientos

Jacob:

Duele amar. La sensación de no estar completo es frustrante y resultan tan impotente que te desequilibra. Te prometí que ya no te molestaría Bella… y tu piel me llama de una manera tan extraña y persistente que negarme a mi mismo el acercarme a ti se siente como un desgarro profundo en el alma, como la ponzoña de las víboras del bosque que no te matan, pero que mantienen tu cuerpo afiebrado, tenso y adolorido...

Es tan difícil verte con esa máscara de autosuficiencia y responsabilidad cuando siento que te estás muriendo por dentro… y es aún más difícil para mí discernir si debo realmente dejarte soportar esa cruz sola, o si te acompaño a pesar de tu negativa de dejarme estar.

No hace falta tener el don de Edward para sentirte, ni para saber que por tu mente pasan la culpa y la indecisión. No hace falta conocerte de años para saber que nunca voy a estar más atado a alguien, de lo que hoy estoy de ti. No hace falta rehundir más la espina dándome cuenta que es a Ed a quien miras con ojos de renuncia y de dolor… a pesar de todo.

Edward:

Me gustaría poder no leer nunca más los pensamientos de otros… caer en la felicidad de la ignorancia para evitar el acecho del dolor y de las marcas que surgen del conocimiento de aquello que no podemos dominar.

Escucho los pensamientos de Jacob y mi alma se parte… él quiere a Bella… igual que yo, pero con un amor más puro, más sacrificado, más entregado al honor. Él respeta su “no”, respeta mi propia condición de amarla también… agacha la cabeza dando el paso al costado sabiendo que forzar las cosas tampoco la hará feliz ¿Soy egoísta? ¿o soy tan débil que no admito renunciar a ella sin luchar? ¿renuncia Jake? o ¿está dejando que ella escoja lo que realmente siente?

No quiero seguir pensando, no quiero seguir luchando con un amigo por un sentimiento que siento más fuerte que mi voluntad, no quiero sentir que me gana el sentimiento de deseo al de coherencia racional… no quiero… pero me quedo clavado al piso por más que me cerebro me ordena moverme y salir de allí… me quedo atado a ella, con los brazos inertes a los lados del cuerpo para evitar que mis dedos la rocen y su perfume me llene, evitando perderme aún más en la disquisición insana de ya no saber qué hacer.

Bella:

Nunca pensé que Aro me dejara ir, menos aún que se metiera en la casa sabiendo perfectamente que había licántropos dentro. Y allí estaba, con el rostro confundido y lejano, buscando algo en su memoria o rearmando el esquema mental necesario para su estrategia final.

Yo estaba hecha un escracho, podría haber acabado conmigo sin esforzarse siquiera, mi cuerpo, mi mente y mi alma, si es que aún la conservaba, no eran más que masas uniformes de culpabilidad y del oscuro conocimiento de la bajeza del egoísmo.

Había tirado por la borda todo aquello que conocía como bueno, me había dejado llevar por la egolatría y la vanidad antes que por una meta propia… y había lastimado tanta gente!!!

—Espera… ¿puedo hablar con Jane? —pregunté a Aro.

Ella se me adelantó y me espetó cortante:

—“YO”… no quiero hablar contigo Bella.

—Escúchala al menos Jane. —le dijo Alec.

—Ya te dije “hermanito” que ella tendrá influencias sobre ti, pero definitivamente a mi me tiene sin cuidado.

—Todo lo que sientas en contra mío está bien… he sido lo suficientemente mala como para no ser merecedora de perdón… sólo quería decirte que lo lamento mucho, lamento no haberme dado cuenta, lamento no haber estado a tu lado, y lamento que a pesar de estar realmente arrepentida no pueda cambiar lo que pasó.

—Tienes razón Bella… no puedes. —me respondió y reinició el camino de regreso, mientras Alec suspiraba y después de mirarme fijo, corría tras Jane.

—Tú… Licántropo… tengo algo que corroborar entre los míos… necesito volver a reunirme contigo en un día. —Aro lo dijo con impertinencia, pero Jacob respondió de manera más irónica aún.

—Te doy ese “un día” chupasangre… no más.

Aro sonrió ante la insolencia de Jake, pero le fue indiferente… había algo que le preocupaba más. Los años vividos nos demuestran a veces que los verdaderos problemas no son el cuándo ni el cómo luchar… sino que el quién no esté bien identificado. Y esta vea, el quien se esbozaba como un augurio poco feliz para Aro.




Autora: Caliope Cullen

CAPITULO 30: Duerme amor… si yo pudiera estaría soñando contigo

Edward:

Estaba realmente cansado, con los músculos sobrecargados de adrenalina y esa sensación de haber ejercitado días enteros, con el peso de una casa sobre los hombros. Me quedé dormido demasiado temprano, mal acomodado en la pequeña cama de Alice mientras pensaba en Bella como un chiquilín de primaria enamorado de su primera profesora de inglés.

Soñé pesadillas bizarras, donde la fantasía de mi gran realidad actual se mezclaba con cuentos cursis de transformaciones mágicas donde un “yo” menos normal tenía una chance un poco más real con mi vampiro favorito.

Sentí un escalofrío sobre mi cara y desperté a medias, todavía aletargado… mientras el perfume dulce de Bella se metió en mis fosas nasales como una poción rara que me mantuvo semiadormecido mientras sentía que los dedos recorrían los botones de mi camisa y los labios se detenían en mis párpados, en mi oreja… en mi cuello… en mi pecho desnudo.

—Bella…

—No hables… mi piel y mi alma te buscan, te necesitan… y si muero mañana quiero saber que te ame… como nunca nadie te amará jamás.

Su fuerza era paralizante, pero no me importaba, me besaba con furia, con rabia, de una manera tan pasional que era imposible mantenerse estático y no dejarse llevar por la sensualidad abrazadora de sus manos firmes, seguras… táctilmente inteligentes…

Su propia ropa cayó al suelo de una forma escandalosamente encantadora y tragué saliva rogando que si aquello era sueño, no me despertara más… su piel fría contrastada con el calor que me inspiraban sus besos me erizaban cada uno de los vellos del cuerpo y sólo pedía a mis sentidos que me permitieran seguir sintiendo cada uno de esos escalofríos como una oleada de placer nuevo, sobrecargado de adrenalina y deseo.

Ella me hizo el amor… y yo me quedé casi paralizado gozando de su osadía y de su experiencia… me quedé allí, presa de ella y con mis propios instintos revelados con cada uno de sus movimientos, de sus suspiros, de sus gemidos ahogados por besos, de su cuerpo entero que se fusionaba con el mío como si amar no fuera de a dos sino una criatura única formada por nuestros cuerpos en movimientos sincrónicos y seguros.

—Bella… esto es…

—Esto es una locura que no volveré a cometer… pero hoy no quiero pensar en eso… hoy quiero que tus manos me toquen y que tus labios me besen y que tu olor se impregne en mi para llevarte en mis recuerdos como la única pasión que quiero recordar.

—No te dejaré ir Bella… —ella no me dejó terminar de hablar y volvió a besarme tierna pero desesperadamente. Era difícil para mi seguir su ritmo grácil y la pericia con la que sus manos me tocaban, me guiaban… me llenaban de oleadas se placer en puntos que ni yo mismo conocía… y yo terminé rindiéndome a ella, dejándome amar en un tiempo que me fue imposible medir y que me dejó exhausto, rendido sobre la almohada mientras ella recostaba su cabeza en mi pecho cuando la aurora comenzaba a despuntar en el horizonte.

Desperté sólo, pero oliendo a ella… completamente perdido, pero increíblemente enamorado.

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