25 feb 2010

FANFIC: La Trilogía

Autora: Calíope Cullen

CAPITULO 4: Presentaciones formales

No soporté ni el silencio de Jacob, ni el ardor en la boca del estómago que me consumía, en una mezcla demasiado rara para un vampiro… ¿Qué me causaba ese desasosiego? Esa sonrisa y esos ojos que se quedaron grabados en mi, o esa quemazón angustiosa de peligro?

¡Para el vehículo! ordené y mis ojos se tiñeron de negro cuando sentí que Jacob aceleraba.

No.

No sé que me pasó… me abalancé sobre él y se vio obligado a maniobrar los mandos de la camioneta para no estrellarse contra un árbol. Cuando frenó, él ni siquiera tuvo tiempo de ver cómo me bajaba. Yo temblaba de pies a cabeza y trataba de controlar mi ira mientras caminaba frenéticamente hacia atrás, encaminándome al sitio donde James había cambiado de rumbro.

Lo vi venir a él en su moto y absolutamente todos mis músculos se relajaron, me olvidé por un momento de mi rabia y lo único que quise fue comprender porque me sentía tan idiotamente desarmada ante un frágil, simple, demasiado joven… pero terriblemente encantador “humano”.

Señorita Swan!... ¿dónde cree que va?

No te interesa muchacho.

Jacob… corrigió y precisamente “SI” me interesa.

En ese momento el muchacho de la moto llegó hasta nosotros.

Guau… ¿nos presentas Jake? diablos, 300 años y sigo sin controlar mis emociones. No lo pensé dos veces y me subí a su moto.

Voy con él. Le comuniqué a Jacob, y noté perfectamente sus puños apretados y su mirada severa para ambos.

Como quieras, pero será a la casa de James.

Ja… acaso me lo ordenarás tu?

No. No se lo “ordenaré” Señorita Swan… pero creo, por su bien que es lo mejor que puede hacer.

Ningún chiquillo me dice qué puedo y que no puedo hacer.

Apuesto a que un Volturi si… ¿o me equivoco?

Nuestras miradas se encontraron realmente por primera vez… este chico tenía fuego en la mirada y extrañamente sentí como me quemó. Bajé de la moto como en un trance.

¿Qué dijiste?

Dije “Volturis”… y sabes muy bien por lo que veo qué significa eso, así que me acompañaras o no?

Me desarmé… pensé de pronto en Alec y Jane… rememoré cada día que pasé en Volterra y lo mal que había terminado todo allí. Ví el rostro de Rene y de Phill. Sentí la mirada de Cayo y la indiferencia malvada de Marcus. Titubeé.

Yo sólo sé que debo llevarte a alguien que tal vez pueda ayudar. Esas son mis órdenes… y eso es lo que haré. me tendió la mano, y no sé porque se la tomé como si fuera la única tabla de salvación que conociera.

El muchacho de la moto no dejaba de mirarnos a ambos con la mirada más inquisidora que he visto en mi vida. Dejé de sentirme un vampiro. Dejé de sentirme superior, indestructible y vanidosamente perfecta. Mi ira me abandonó. Vï a Jacob como una puerta a una paz que había olvidado y sentí cada nervio de mi cuerpo invadido por una sensación extrañamente pasional cuando volví a mirar hacia la moto.

No es por nada amigo, pero podrías un segundo, aclararme “algunas cositas”.

Ahora no puedo Edward, pero puedes venir con nosotros… también me pidieron que te llevara a ti, un poco más tarde claro… pero tú como siempre…

Mmmm… como siempre te salvo el pellejo.

Ni lo sueñes!

Yo escuchaba la conversación sin oír. Un mundo de recuerdos, miedos y sensaciones se agolpaban en mi cabeza como un temporal de ideas que endemoniadamente me causaban ansiedad y por ende… sed. Pero cómo no tener sed ante la tibieza de ese cuerpo que se sentó a mi lado después de subir la moto en la parte de atrás de la camioneta.

¿Te irás en la camioneta? preguntó Jacob cuando lo vió subir la moto.

Claro.

Eres un interesado…

Tan obvio soy?

Demasiado y de verdad amigo esta vez no te conviene. le dijo mientras ambos se acomodaban a cada uno de los lados dejándome en el medio.

Soy Edward Cullen. me dijo para presentarse mientras yo buscaba concentrarme repitiendo mentalmente todas las capitales del mundo buscando calmar mi ansiedad. Él se sentía tan tibio a mi lado que el instinto me empujaba a respirar hondo buscando guardar el aroma de su sangre hasta en la última de mis neuronas.

Bella Swan. respondí rehuyendo un contacto visual, aunque no pude evitar ver como sus manos jugaban impacientes con las llaves de la moto. Cerró los ojos y seguí tratando de colmar mi mente de información desordenada para no pensar.

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