Autora: Caliope Cullen
CAPITULO 44 La Reunión
Jacob:
Mi Rubia Jane y yo salimos tras Bella, sin que nos dejara un segundo de tiempo para interpretar la nueva información. La Bonita parecía un alma que se llevaba el diablo, atravesando a la carrera medio pueblo para llegar al hotel donde después de no pocos golpes, pudo llegar hasta una de las habitaciones del tercer piso. Jane y yo no optamos por nada más que seguirla y ayudarla… no me parecía buena idea pelearme con un vampiro en este momento.. y de hecho yo hubiera hecho lo mismo, así que sólo me dejé llevar también.
Ella irrumpió en la sala atestada de vampiros y torpemente yo llegué detrás como si me hubieran cursado una gentil tarjeta de invitación.
―Un asqueroso lobo? ―dijo Renata en cuanto entré y fue a la primera que gruñí de manera despectiva.
―Calmaos todos. ―sentenció el chupasangre Aro. ― Aquí estás mi dulce Jane, nunca pensé que haberte enviado de vigilancia hiciera que volvieras trayendo de trofeo un licántropo… buena caza mi niña.
Me planté delante de mi Rubia y gruñí aún más fuerte mientras trataba de controlarme para no entrar en fase. Ví un poco más allá como los chupasangres que habían tratado de atacarme miraban furiosos a Alec y temí de repente que mi Jane realmente me hubiera utilizado. Sentí que ella se plantó delante de mío sin soltarme la mano.
―No Aro… no es un trofeo… es una persona, igual que yo… una persona que no entiende esta batalla idiota que se desató por nada.
―¿Qué dices Jane?
―Digo que estoy del lado de ellos Aro.
Él levantó la mano y la abofeteó y yo ya no pude más… salté hacia adelante convertido en lobo mientras Bella gritaba desaforadamente que nos quedáramos unidos… y escuché de nuevo su voz, unificada con la mía y la de Jacob en una sola mente colectiva.
―Basta!!! Esto debe terminar… tenemos un culpable.
―¿Qué clase de locura es esta? Termina con ellos de una vez!
El rubio que había hablado desde el fondo se adelantó unos pasos y Edward gritó:
―¡Es él!!!
Bella:
Debo reconocer que no creí del todo en Jane hasta que enfrentó a Aro. Sentí una terrible sensación de alivio saber que podríamos contar con ella para defendernos… pensándolo bien estábamos bien, éramos cuatro contra diez, pero yo ya había extendido mi escudo sobre nosotros y Renata debería de haber hecho lo mismo con ellos, con la diferencia de que se debilitaría más rápido por la cantidad… o se concentraría en los Maestros y sus esposas por prioridad.
El don de Aro n resultaba perjudicial, así que quedaban Felix y Dimitri con la fuerza de un volcán, que sabía bien Jane podría frenar… dudaba que Alec hiciera nada estando ella de por medio así que busqué serenidad en mí y mantuve la fuerza de mi escudo.
―¿Qué dices Jane?
―Digo que estoy del lado de ellos Aro.
Él lanzó una bofetada que en realidad no la alacanzó, pero Jacob entró en fase y todo se complicó… èl era tan fuerte que rompería el escudo desde adentro.
―¡Cálmate Jake!!! ¡O quebrarás mi defensa!!!
―Basta!!! Esto debe terminar… tenemos un culpable. ―dijo de repende Edward cuando nuestras mentes se unieron en una sola conciencia y él unió todas sus piezas con lo que había dicho Jane.
―¿Qué clase de locura es esta? Termina con ellos de una vez! ―Caius se adelantó furioso mientras increpaba a Aro y Edward gritó:
―¡¡¡Es él!!!
Todo se paralizó en ese instante, Aro se giró casi al instante y tomó del brazo a Caius como si la vida se le fuera en esa “visión” del alma de su hermano.
La tensión se dibujó en cada uno de nuestros rostros mientras Aro sostenía la mano de un Caius que le devolvía la mirada soberbio y desafiante, mientras el resto de nosotros se mantenía en una alerta insoportable.
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