7 jun 2010

FANFIC: Nuestros días sin luna

― 5 ―


Alice repitió en todos los idiomas y expresiones conocidas que todo era una locura… que yo no saldría viva de allí, que no era un riesgo, sino más bien una oscura realidad. Pero la verdad era que no me importaban las consecuencias… si todo estaba tan mal como Alice pronosticaba prefería ver a Edward por última vez y confiar en Dios.
Alice caminaba detrás mio en la plaza principal de Volterra y casi muere del susto al escucharme hablar.
―Oye… tú… vampiro… necesito que me lleven junto a Aro.
―Bella! Estas loca! ―me gritó Alice.
―Realmente está loca… pero los señores lo convertirán en tiempo pasado, así que me acompañará. ―respondió el desconocido.
La mirada desesperada de Alice me conmovió, pero no al corpulento vampiro que acomodó su capucha obligándome a seguirlo mientras discutía por lo bajo con ella.
―Ustedes los Cullen son un deshonor… tu hermano pidiendo que los “defendamos” de hombres lobos pero sin responder con violencia. Tu padre denigrándose a conformarse con sangre de animales como si fuerais esos mismos lobos asquerosos… y ahora esto? Una humana enclencle que osa pedir audiencia con los Maestros…
Alice no pronunció ni una palabra y lo siguió a través de ciento un pasillos y recovecos en los que mi corazón se desbocó pensando en la posibilidad de que Edward ya no estuviera allí… Alice no había sido de mucha ayuda esta vez… sabíamos que le plantearía un pedido de auxilio, una defensa pasiva ofreciendo como pago su propio don… el hecho de unirse a la guardia tal como Aro lo anhelaba desde hacía demasiado tiempo. Pero ella había visto también un “no”… sólo un “no”… sin nombres… sin respuestas a mis dudas…
Y allí lo vi… arrodillado ante tres tronos, tan distinto a mi luz que mi propio semblante tembló.
―Edward…
Él giró para mostrarme un rostro consumido y unos ojos negros de sed y de desolación al mismo tiempo…
―Bells…
No hubo más nada, ni la prohibición de movernos, ni la fuerza que trató de sostenernos a cada uno, ni los gritos de Alice… sólo él y yo… sólo la fuerza de nuestros labios buscándose desesperadamente como si hubieran sido uno eternamente.
―Acaba con esta cursilería de una vez hermano. ―sopesó Marcus.
―Mmmm… respirad hermanos… no recordaís nuestras tertulias shakespirianas?
―Ni lo uno ni lo otro Aro… esta humana sabe demasiado… y si el clan Cullen será diezmado por licántropos creo que le haríamos un favor a Edward también.
―Mmmm… insisto hermano… algo en mi instinto prefiere dar tiempo al tiempo…¿acaso no sabeis quien es ella?... es la sua cantante… “la tua cantante” ois?. Deseo que los tres se queden aquí… obviamente como invitados ilustres. ―terció.
―Yo me entregaré si es lo que quieres… y te serviré a cambio de la libertad de ambas.
―Querido Edward… no te mantendría aquí obligado aunque fuera el mayor de mis deseos… la Guardia Volturi es lo que es precisamente por su entrega y su convicción. Yo los quiero a los tres, pero por sí mismos… y sé que comprenderán alguna vez que este orden es necesario…
Aro nos tomó de las manos a Edward y a mi… y más tarde a Alice.
¬―Hermanos míos… nuestro secreto no corre peligro… ella será de nuestra raza en breve…
―Aro… debemos terminar con ambos.
―Sopesa las posibilidades Caius… nos serían muy útiles… y no han roto ninguna regla.
Yo sólo atiné a mirar el piso sin soltar la mano de Ed. Alice agradeció mientras una chispa de luz se notaba en sus ojos como si “algo” más aparte de esta amnistía le diera una nueva visión de esperanza. Edward me apretó junto a él con una clara señal de aprovechar la indulgencia antes de cualquier otro esbozo de duda y soportó las mil humillaciones verbales de Alec mientras nos devolvían a la realidad de una Volterra atestada de gente, completos… y juntos… otra vez.
―Te amo… sólo quiero que lo sepas.
―No quiero pensar en estos meses Bella… estas aquí y sinceramente es lo único que me importa… jamás pensé que pudiera dolerme tanto tu ausencia… y más aún… pensar que podías llegar a querer a alguien más.
―Yo… no…
―Sé que fue Rosalie. Tampoco la culpo… pero no volverás a alejarte de mi Isabella Marie Swan… o definitivamente seré un fantasma.
Por primera vez en todo el tiempo en que estuvimos juntos, su beso fue tan largo y profundo que el aire me faltó, echando a correr a un ritmo vertiginoso los latidos de mi corazón.
Alice carraspeó…
―Perdón tortolitos… pero tengo buenas noticias!!!! ―canturreó.
Jacob Black se ha unido a Carlise… han hecho retroceder a Sam… el Consejo de Ancianos a retomado el control y respetarán el tratado, siempre que nosotros lo sigamos también.
“Respetar el tratado”… eso significaba una Bella humana, no mi conversión… pero tener a Edward a mi lado borraba otros pensamientos ahora. No iba a discutir mi actual felicidad con un grupo de quileutes… pero tampoco iba a arruinar la posibilidad de que “mi” familia continúe por el camino de la paz.
No respondí al comentario de Alice, me acurruqué entre los brazos de lo único que me importaba y me importaría por el resto de la eternidad: mi luz… mi Edward… mi amor…



― 6 ―


―Alguien quiere hablar contigo. ―dijo Edward con cara de pocos amigos cuando sobre el sendero a la mansión, detuvo el auto y retuvo a Alice con él.
Ví a Jacob en el medio del camino, y bajé como una autómata que sabía había roto la ley.
―Sólo quiero que sepas que lo hice por ti… porque sé que lo mejor para ti no es él… y que estaré vigilando, porque nunca permitiré que te convierta en un monstruo.
Se alejó a la carrera al mismo instante que llegaban hasta nosotros Carlise, Emmet y Jasper, con la tranquilidad de una batalla ganada y la alegría de recuperar de “esa” pequeña parte que faltaba desde que cada uno de nosotros había partido.
Edward me acercó a él despacio, pegándome a su propia piel, mientras me decía al oído:
―Sólo quiero que sepas que sigo convencido de no ser lo mejor para ti… pero que pienso hacerle caso a mi egoísmo y ya nunca dejarte ir…



FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario