CAPITULO 20: Rehén
Jacob:
No tenía idea de porqué… pero la Bonita se retorcía en el piso como si estuviera sintiendo un dolor inmenso, por mi parte estaba tratando de calmar a Seth y Leah que me siguieron y sufrieron su primera transformación en cuanto el viento trajo el aroma dulce de ese par de vampiros de rostro infantil y porte adolescente.
La rabia fue más fuerte que la cordura para mi y me abalancé sin pensar contra la maldita sanguijuela rubia. “Cobarde!!!”, grité mentalmente cuando al verme echo a correr, sólo para darme tiempo a ver como el idiota abrazaba provocativamente a la Bonita y la besaba en el cuello con una efusión que me cegó.
—Por favor Jacob… Alec es un excelente rehén… —me gritó ella cuando me arrojé literalmente a destrozarlo… tal vez no esté mal que admita que mi espíritu de Alfa se impuso a mi espíritu humano… fue instintiva la estrategia de dominarlo en pos de usarlo como rehén, a pesar de habar grabado en mi mente su cuerpo pegado al de la Bonita, recorriéndole el cuello con los labios de una manera que despertaba algo más que la rabia en mi.
—Jacob!!! —gritó Bella, y ví a Seth y Leah demasiado cerca de ella, gruñí amenazadoramente y les ordené que custodiaran a la sanguijuela que se retorcía aletargada por mis dentalladas y la ponzoña que lo dejaría al menos un rato en remojo.
Volví lo más rápido que pude junto a la Bonita, después de transformarme nuevamente, pero los sentimientos eran demasiado confusos: sentía tanto enojo por no haberme dejado venir con ella, por haberla visto pegoteada con esa sanguijuela idiota con cara de niñito travieso… por la posibilidad de que la hayan herido… por sentir, sin estar seguro, que ella sentía lástima por el vampiro aquel.
La miré con rabia y no le hablé. Pensé en mis adentros que era un idiota, que debería dejarme llevar por mis propias emociones y abrazarla hasta que los brazos me dolieran por lo feliz que me sentía de verla bien. Pero no pude. El enojo me bloqueaba y no toleraba siquiera mirarla a los ojos. ¡¿Por qué tenía que ser un vampiro?!
—Jacob…
—No quiero hablar Bella.
—Nunca me dices Bella.
—¿Es como te llamas no?
—Sabes que no me refiero a eso… estás enojado.
—¡¿Y si lo estoy qué?!
—Gracias por no hacerme caso… —dijo, y bajó la mirada con cierta culpa.
No sé que me pasó, me acerqué a ella malhumorado y la abracé con furia… quería decirle que odiaba ser un licántropo mientras ella era un vampiro… quería decirle que de buena gana hubiera matado a ese idiota por besarla asi… quería decirle que en realidad me tenía las hormonas tan alteradas que no me dejaba pensar. Pero no… en vez de explicarme primero, yo el super tonto, la besé a la fuerza.
Y ella no luchó, se dejó besar con los brazos lánguidos a su costado, como si fuera una muñeca de trapo que alcé y sacudí. Esa no era mi idea de un beso… me sentí tan estúpidamente caprichoso que la solté casi al instante.
—Olvídalo… no me volverá a pasar. —Le dije, y dí la orden de partir.
Bella:
Jacob evitaba mirarme. Lo sentía tan enojado que no sabía qué hacer… sabía que me había seguido y debía agradecerle por eso. Si él no hubiera evitado lo que Alec quería hacer estaría ahora con Aro… quien sabe en qué condición.
—Jacob…
—No quiero hablar Bella.
—Nunca me dices Bella.
—¿Es como te llamas no? —fue tan irónico que me hirió
—Sabes que no me refiero a eso… estás enojado.
—¡¿Y si lo estoy qué?! —
Susurré un gracias porque no supe que más decir, sospechaba el motivo de su furia pero ¿quién era yo para hablar de realidades y de confusiones?
Lo sentía temblar a centímetros mío, y parte de mi clamaba por tranquilizarlo… por decirle que él era para mí, la protección, el soporte… el alivio de mi culpa…
Y de repente él se aferró a mi abrazándome con coraje, buscando mis labios en una actitud desesperada y tosca… pero al mismo tiempo afectiva… tierna…
No respondí. No reaccioné al calor del beso pero de una manera distinta… Alec lo había intentado hacía un momento y hartazgo e indiferencia fue lo único que sentí. Jacob se sentía aplastantemente pasional, pero mi instinto se revelaba con él de una forma torpemente filial.
No quería herirlo, de eso estaba completamente segura… lo necesitaba, de eso no cabía duda… pero mi respiración no enmudecía por él y realmente lo lamentaba.
—Olvídalo… no me volverá a pasar. —Me dijo soltándome, como si hubiera leído mis pensamientos.
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