23 mar 2010

FANFIC: La trilogía

Autora: Calíope Cullen

CAPITULO 19: El encuentro



Bella:

No podía culpar a los sobrevivientes por verme con esa mezcla se miedo e ira que se plasmaba en cada mirada. Pero por alguna extraña razón valoraron sobremanera esa voz de ultratumba que los instó a respetar… “eso”… que me estaba cambiando no sólo la manera de ver las cosas, sino el sentimiento de egoísmo que por primera vez estaba dejando lugar a una necesidad inmedible de proteger a otros que no fuera yo misma o René. Me pregunté hurgando en cada espacio de mi conciencia, como era posible que hubiera vivido tanto tiempo y recién ahora me sintiera lo suficientemente madura para tener fe en algo superior a mi.

Llevamos a los sobreviviente a la casa de Edward… nuestra estrategia era mantenernos lo suficientemente cerca del centro del pueblo para que los Volturi no quebraran su propia regla de “invisibilidad”… Aro nunca se pondría en evidencia frente a los humanos, y esa era una carta que debíamos jugar.

El problema para mi ahora era otro… había demasiada gente y yo tenía demasiada sed.

—Debo salir. —le dije a Jacob.

—Cumple tu promesa Bonita…

—No estoy rompiendo ninguna promesa Jacob… tengo sed… no tienes idea de cómo me está enloqueciendo el aroma de tanta sangre… debo comer… o no respondo de mi…

—No puedes, ayuna. No dejaré que mates a nadie para alimentarte. —Jacob sonó desafiante, aunque noté que su voz se crispó mientras completaba la frase.— Debes reformarte Bonita… por favor.

—Como sangre Jacob. Es lo único que puedo comer. Pero hace demasiado tiempo que soy “vegetariana”… así que déjame ir a cazar algún venado o mi siglo de abstinencia se romperá.—

Yo también soné ofuscada. La verdad no quería estarlo, pero las manos ya me temblaban de contenerme y el olor me resultaba tan embriagador que los ojos se me inyectaban de sangre.

—Iré contigo.

—No. Debes quedarte a defender la casa.

—Está Edward. Él lo hará.

—Se quedarán los dos.

—Es peligroso… afuera hay hombres lobos.

—Ahora mismo tengo uno a mi lado también.

—Es distinto. Yo no te haría daño. —me acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y sentí el calor sobrehumano que despedía su piel.

—Déjame ir Jacob.

—Prefieres que te acompañe Edward? —preguntó clavando sus ojos en los mios.

—No. Prefiero ir sola y volver en cuanto esté satisfecha. Me sabré cuidar. —Me paré en puntas de pie y lo besé en la frente.— Estaré bien.

Me tomó de la muñeca y me estiró hacia él.

—Por favor… déjame acompañarte… no estaré tranquilo si no lo haces.

—Dame espacio Jacob, todo esto es demasiado para mí como para complicarlo aun más.

Salí al bosque y sentí como me siguió con la mirada hasta que desaparecí. ¿Qué estaba haciendo? No era Jacob el que me sacaba la respiración ¿Por qué no lo paraba? ¿Acaso lo necesitaba también?

Cacé rápido, bebí rápido… tenía una ansiedad desesperada por volver. Y cuando bajé por la ladera de la montaña mi ansiedad se convirtió en terror.

—Hola mi amor.

Alec me miraba un metro más abajo con su sonrisa infantil y su encanto de hombre misterioso.

—Alec…

—No Bella… volvamos a hacerlo de nuevo… dije: “hola ‘MI’ amor”.

—No ironicemos Alec ¿qué quieres?

—De ti, ya veré más tarde. Por lo pronto debes venir conmigo. Aro te espera.

—No iré a ningún lado contigo Alec. Estoy dispuesta a hablar con Aro, pero será en terreno neutral.

Sentí un gruñido conocido a mi espalda.

—Hola querida Isabella… —dijo Jane. Mi escudo no era instantáneo… formaba capa tras capa de protección en mi, pero requería tiempo para fortalecerse, así que el poder de Jane me golpeó… no con la fuerza que ella hubiera querido, pero lo suficiente para no dejarme correr. Grité, crispada por el dolor mientras caía al piso tratando de fortalecer más rápido mi escudo.

—Déjala Jane.

—Eres un idiota Alec… tú podrás quedarte embelesado por la princesita de Aro… pero yo no!

—No volveré a repetirlo hermana… déjala.

Jane bufó, se cruzó de brazos al lado de su hermano, pero cesó su ataque.

—Levántate Isabella… y vámonos ya. Tienes ya un tiempo jugando al gato y al ratón conmigo. Es hora que te pase el berrinche y vuelvas.

—No estás aquí para eso Alec, ni yo estoy dispuesta a contestarte al respecto. Vé y dile a tu “amo” que me reuniré con él, pero no sola.

—Giré sobre mis talones para marcharme y él me sujetó de los hombros hasta lastimarme, obligándome a mirarlo.

—¡Suéltame Alec!

—Elige Isabella, o vas con Aro o voy contigo.

—¡¿Eres tan torpe como para no entender?!

—Jane…

Grité de dolor. Jane sólo esperaba la orden y la acató con gusto. Pude sentir hasta la última de mis terminales nerviosas crispadas por el espasmo invisible del dolor concentrado que provocaba Jane.

—Mis órdenes son claras Isabella: o vas con Aro o voy contigo. Elige.

El dolor no me dejaba pensar, veía en mi memoria —intercaladamente— los rostros de Edward y de Jacob, y no hacía otra cosa que gemir doblada sobre mi propio cuerpo, atrapada por el dolor.

—Por favor… —Supliqué. Y en un eco sórdido, Alec volvió a repetir.

—Decide.

Lo miré con rabia y él me hizo el mismo gesto cómplice de cuando fuimos pareja… se me acercó con el pulso firme y me atrajo de un tirón hacia él hasta dejar mi cuerpo casi fusionado con el suyo.

—Decide. —Volvió a susurrarme al oído mientras me besaba el cuello y nacimiento de los pechos.

—¡Déjame! Te abusas de tus dones Alec… por eso te dejé… —quería gritarle de mil maneras que no toleraba siquiera que me hablara, pero Jane cada vez presionaba más y definitivamente estaba a punto de colapsar a causa del dolor, la voz apenas me salía de los labios cuando ví que a la distancia tres lobos se acercaban a la carrera. Distinguí el pelo rojizo de Jacob y la emoción de sentirlo cerca y con el ánimo de protegerme, dejó espacio a la angustia de pensar que Alec podía lastimarlo.

El poder de Jane chocaba contra una muralla infranqueable en cuanto se trataba de licántropos, era imposible para ella hacerles frente con otra cosa que no fuera su propia fuerza… y eso, no era precisamente algo que Jane tuviera desarrollado. Echó a correr en cuanto los vio.

Alec sin embargo se comportó como un imbécil. En vez de huir se trenzó en una lucha frenética con Jacob mientras yo miraba temerosa a los otros dos lobos, intentando descifrar si estaban en el grupo de “odio a Bella” o si podía bajar la guardia para ayudar a Jake. No tuve tiempo a reaccionar, los dos me miraron y miraron a Alec. Gruñeron, pero se abalanzaron a ayudar a Jake.

—Por favor Jacob… Alec es un excelente rehén… grité… y él entendió la indirecta, lo mordió en el brazo y ví por primera vez lo que la saliva de un licántropo hacía en nuestra piel. Alec se quedó entumecido, con la piel amoratada, pero tan consciente de lo que pasaba que a pesar de todo el daño que nos habíamos hecho mutuamente alguna vez… sentí lástima.


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