20 mar 2010

FANFIC: La Trilogía

Autora: Calíope Cullen

CAPITULO 18: La búsqueda

Edward:

Hace un par de días me mofaba del discurso eterno de Carlise: “Debes madurar Edward”. ¿Si hubiera “madurado” ya esto me resultaría menos molesto y dañino?

¿Cómo puedes aborrecer a tu mejor amigo? ¿Cómo puede dolerte hasta este punto que una mujer lo abrace con el afán protector que lo hizo Bella? Definitivamente estaba volviéndome loco… yo la había besado hacía una hora y aún guardaba la exquisita sensación de sus labios apenas rozados por los míos… había oído sus pensamientos… ella había dicho que no quería absolutamente más en la vida que no fuera volver a sentir eso.

Y aquí estábamos de nuevo, los tres, y yo no podía odiar a Jacob por sentirse tan atado a ella como yo.

Era doloroso tenerla tan cerca mío conteniéndome las ganas de abrazarla, y al mismo tiempo sintiendo rabia incluso por la escasa posibilidad que le daba a Jake con sus acciones. Era doloroso pensar que no hacía una semana que la conocía y sin embargo la necesitaba como si siempre hubiera estado allí.

Pero era aún más doloroso escuchar los pensamientos de Jacob… o sea, éramos amigos… cómo podíamos competir por la misma mujer? ¿era eso una competencia? ¿o era “eso” que nos pasa una sola vez en la vida con esta fuerza tan demoledora?

No quería responderme a mi mismo… él estaba tan confundido como yo y no podía juzgarlo si yo había roto ese pacto intrínseco y me había acercado más a ella… El problema era que resultaba auto flagelante bucear en los pensamientos de él:

“Hermano… han matado a mi gente… esos chupasangres asesinos han matado a “mi” gente… y yo estoy aquí sentado al lado de la Bonita… y no puedo odiarla… al contrario… necesito frenéticamente que permanezca a mi lado. ¡Dime que estoy enloqueciendo Edward! ¡Dime que no puedo sentir esta necesidad que siento por ella! ¡Grítame en la cara que soy un idiota por haberle rogado! ¡Explícame qué demonios me pasa!!!

Ni siquiera le contesté aunque más no fuera en el pensamiento ¿qué podía decirle? ‘Oye amigo, cálmate… me siento igual.’

No. Definitivamente no podía decirle algo como eso, pero tampoco él era un tonto y eso lo sabíamos los tres.

“Sé que a ti también te gusta…” Lo dijo sin mirarme, mientras conducía con la vista fija en el camino que llevaba a los acantilados que rodeaban la parte este de La Push. “No soy quien para decirte nada en contrario… sólo quiero decirte que si tengo alguna oportunidad con ella no la desaprovecharé… pero quiero ser sincero contigo también… eres mi amigo Edward, siempre lo fuiste y siempre lo serás, pase lo que pase… quiero pedirte que eso continúe asi.”

“Jacob… esta conversación no es…”

“Tienes las mejores cartas Edward, y esta conversación ‘SI’ era necesaria, no quiero esconder lo que me pasa de las personas que en este momento se han vuelto el centro de mi vida… y esas personas son tú y la Bonita… necesitaba abrirme contigo hermano… perdona… probablemente estés pasando el mismo derrotero de emociones que yo… lo siento.”

“Ya calla y maneja Jake… terminarás convenciéndome de que somos una pareja de tres y ninguno estaría contento… nuestro objetivo ahora debería ser buscar a los tuyos y eso es lo que haremos”.

—No es por nada chicos… pero alguno de ustedes podría hablar? Estoy lo suficientemente nerviosa y sedienta como para provocar una pequeña “catástrofe” en nuestra unión y el silencio precisamente no ayuda.

Los dos la miramos pensando en qué decir cuando Seth se cruzó en frente nuestro haciendo mil y un gestos con el brazo para pararnos.

—Te quedas aquí. —le dijo Jacob a Bella y bajó de la camioneta de un salto. Yo bajé tras él, no sé si por temor a quedarme solo con ella y volver a besarla o por la culpa que sentía ante Jake.

—Eres un traidor Jacob Black… esa maldita huele a chupasangre! Mi padre y madre murieron por proteger al grupo que escapó y tú nos entregas? ¡¿A tu pueblo Jacob?! ¡¿A tu sangre?!

—Has dicho muchas cosa Seth… pero no todas las has visto con el cristal verdadero… Bella es la “fría” de la que hablaba la leyenda de la tercera esposa de Taha Aki.

—Esos son cuentos Jacob.

—Siempre los vimos asi Seth… pero no lo son.

Un grito que salía del bosque terminó la discusión. Eran Leah, la hermana de Seth. Su voz sonaba profunda… estridente… furibunda… y definitivamente no suya…

—¡Taha Aki está presente ahora! ¡¿qué ha pasado a mi pueblo quileute que no reconoce la sabiduría de las leyendas traídas desde el espíritu del bosque?! ¡Nuestras almas pertenecen a la fuerza de la naturaleza indómita de los lobos! ¡La Trilogía se ha formado… y nuestro Alfa está a la cabeza… seguid y obedeced al Alfa! ¡Esa es la orden de Taha Aki!

Leah se desmayó al terminar, como si fuera un muñeco usado por un espíritu gigantesco. Y el grupo completo de sobrevivientes vio… estupefacto, como Bella bajaba de la camioneta y tomaba de las manos a Jacob y a Edward, mientras el amuleto sagrado que colgaba del cuello de Jacob se abría a los ojos de todos, descubriendo la piel del augurio de los brujos, escrita con la sangre de la tercera esposa y el destino del trío de bronce: Jacob, Isabella, Edward.

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