17 may 2010

Nuestros días sin luna

Nuestros días sin Luna

A veces el amor significa renuncia… aunque no lo entendamos y seamos tan ilusos en pensar que podemos enfrentar el mundo atropellando muros… pero esa renuncia significa también perdón y la conciencia cierta de que en el amor siempre hay esperanza y verdad.

* * *

Esta historia inicia tras el cumpleaños de Bella, después de su accidente en el que sangró y provocó el desquicio de Jasper… se han cambiado los caminos… pero se ha regresado a una unión final, donde el amor es lo único que muestra un horizonte…

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Sí, me había cortado… sí, había causado un desastre en la casa de Edward y me sentía fatal. ¿Pero era tanto el dolor que le había infringido a él? ¿Por qué sus labios me supieron a amargura en la despedida de esta noche?

Cómo sería yo capaz de transmitirle la angustia que sentía mi corazón con el sólo hecho de pensar en hacerle daño a él, a su seguridad, a “su” familia… una familia que anhelaba poder llamar mía a pesar de las diferencias entre ambos.

Charlie dormía mal acomodado en el sofá cuando entré, y apenas si gesticuló un “que duermas bien” en un dialecto de sonámbulos alicaídos, que me recordó en parte a los domingos de “descanso” de mamá y a la cantidad de noches en la que yo había mal dormido también, soñando con un Edward Cullen que jamás creí poder alcanzar.

Nadie estaba en mi habitación esa noche, nadie me miraba con ojos topacio dudando en acercarse… y nadie llenaría mi ambiente del suave aroma dulzón al que ya me había acostumbrado. Esta noche dormiría sola. Sola por mi torpeza de no poder cuidarme para él, para no agobiarlo con la fragilidad humana de mi cuerpo, ni la torpeza tan frustrantemente mía. Traté de no pensar en las noches anteriores, donde mis ojos no necesitaban acostumbrarse a la oscuridad porque él era mi luz y me guiaba. Y la realidad me golpeó dos veces: mi “luz” no estaba, y yo seguía siendo tan torpemente “Bella” que terminé tropezando con la cama, con la mesa de luz y hasta con la lámpara de pie que se encontraba del otro lado del cuarto. Definitivamente esa no era mi noche, y yo deseaba sólo poder cerrar los ojos y dormir, esperando que la mañana borrara el espacio vacío que se dibujaba a mi lado como un agujero negro gravitacional.

Había decidido ir a hablar con Carlise, con Alice, con Emmet, con quien hiciera falta o con todos… pero adelantar la conversión. No podía seguir pidiendo de ellos autocontrol y menos aún concebía pasar una noche más sin sentir a Edward a mi lado, tan posesivamente como sonaba… como “mi” luz. Busqué a papá en la cocina, en el dormitorio... en la sala… lo llamé despacio primero, y angustiosamente después… y a mi mente sólo vino un nombre pintado de escarlata subido y de terror multiplicado: Victoria!!!

—Victoria!!! Grité casi como un aullido mientras abrí la puerta en una carrera loca por buscar a Edward. Y allí me quedé helada, dubitativa…quieta.

—Bella, debes venir conmigo ahora. —Miré a Billy y a otro muchacho fortachón de la reserva que lo acompañaba como si sus palabras no significaran nada ¿ir con él ahora? ¿cómo?
Era mi deber proteger a mi padre de un vampiro asesino ahora… ¿podía decirle eso? No… definitivamente “eso” no era una respuesta coherente.

—Ahora no puedo Billy… voy camino a…

—A ningún lado. Yo sé tu secreto… y el de los Cullen también.

¿Podía el corazón paralizarse tan abruptamente? “Demasiadas emociones”, pensé mientras lo oía… “no ha dicho eso, sólo te pareció escucharlo”… jugueteaba con mis dedos de un lado a otro como si eso fuera a darme respuestas sobre lo que él acababa de decir. Pero no, el muy imbécil lo repitió, como si no lo hubiera oído la primera vez.

—¿De qué… estás hablando? —conseguí tartamudear.

—De lo que tú y yo sabemos Bella, y te conviene venir con nosotros, yo he hablado con Charlie y él estará encerrando a Edward por un tiempo.

Billy decía las cosas como si estuviera demasiado claro por qué estaba pasando todo aquello, pero yo no entendía nada y la verdad que “sus” motivos no concordaban con los míos… además qué era aquello de que “Charlie encerraría a Edward por un tiempo”?

—Billy, no quiero ser grosera, pero no eres quien para meterte en donde no te han llamado.

—No andaré con vueltas Bella, y te lo tiraré de una… nuestro Consejo de Ancianos ha decidido que el Tratado de los Cullen se ha roto.

—Me hablas en ruso Billy… no sé a qué tratado te refieres.

—Ahora mismo no importa, hemos consensuado que por respeto a la honorabilidad que han presentado hasta ahora… se le dará una última oportunidad. Pero eso implica que tú te alejes de ellos.

La conversación no estaba yendo a ningún lado, al menos para mí, así que dí la vuelta y traté de abrir la portezuela de mi camioneta cuando de repente el fortachón me empujó hacia dentro y trancó los cerrojos sujetándome los brazos como si fuera una estatua en la que me hubiera quedado atrapada. No me valió gritar, ni chillar, ni morderle una y otra vez a pesar de llenarlo de heridas; tampoco él o Billy intentaron calmarme más, sólo me dejaron hacer, hasta que me quedé rendida esperando llegar a algún lugar en el cual al menos pudiera correr.

Bajamos en la reservación, frente a la cabaña tibia de los Black y me obligaron a entrar de nuevo a empujones aunque yo chillaba como niña de colegio.

Mi amigo Jacob estaba ahí, con cara de pocos amigos y con una visita que consiguió hacerme callar y dejarme quieta del susto.

―Rosalie… ―Ella suspiró y esquivó mi mirada― … que haces en La Push… se supone que no debes…

―Sí… no debo… pero esta era una cuestión de supervivencia Bella. No te pido que me entiendas, es más, no te pido que no me odies… pero sé que compartirás conmigo la idea de que es lo mejor.

Seguía sin comprender nada, pero las posibilidades que se abrían ante mis ojos y la misma presencia de Rosalie allí no podían ser nada bueno.

―Jacob, vete afuera. ―ordenó Billy.

―Pero…

―Sin peros Jacob.

Él salió dando un portazo y yo me sentí realmente rodeada de gigantes, me crucé de brazos esperando que alguien hablara hasta que Rosalie lo soltó todo de una vez, como si pudieran asimilarse tantas cosas de una sola vez y de pie.

―Tu “accidente” de anoche nos trae problemas Bella, Jasper ha quedado muy dolido… ni siquiera puede mirar a Edward… Alice le ha pedido a Carlise un tiempo para estar lejos con él… se irán de un momento a otro… y Edward… Edward no ha salido de su habitación en todo el día, Esme ha tratado de convencerlo y dice que él te pone en peligro, que no sabe qué hacer… y yo… yo amo a mi familia Bella… ¿puedes entender eso?... Mi verdadero padre prácticamente me entregó por una posición, mi prometido me vejó como a un perro… estoy endemoniadamente condenada a ser un ser detestable por toda la eternidad y tú… tú me estas quitando la posibilidad de que esa eternidad al menos la pase con una familia… perdóname Bella… es una cuestión de supervivencia, aunque me avergüence de ello.

Se calló tan repente como empezó a hablar, y lo comprendí todo sin ninguna explicación adicional: yo era un problema… un problema real, un escollo que impedía que pasaron su tortuosa existencia de manera más digna y menos solitaria.

A pesar de eso temblé… Edward era mi vida, tal cual era Emmet para ella… quedaba aún la posibilidad de irme lejos… sólo con él… ¿pero sería feliz lejos de su familia?

―Yo…

―Hay otras cosas también Bella, si las cosas siguen por este camino mi gente cambiará. ―Billy hablaba desde su silla de ruedas como si fuera un gigante, resultaba difícil relacionar la voz profunda y estentórea con la figura achacosa reducida a una silla de ruedas.

―¿A qué te refieres con “cambiar”?

Sam me miró y gruñó de una manera rara, las cosas ocurrieron en segundos y quedé tan paralizada que ni siquiera mi voz pudo acusar un quejido. En segundos era un lobo… una bestia descomunal y peluda que se sacudía de un lado a otro mientras Rosalie también gruñía… nerviosa… gritando no se qué de “respetar el tratado”.

―Basta Sam! ―gritó Billy­― es suficiente, ya Bella lo entenderá…. Vete…

No pude pensar, no pude identificar la secuencia de hechos posteriores, sólo sentí a Jacob que me ayudaba a incorporarme del sofá y me tendía en su cama mientras repetía una y otra vez “Háblame Bella… dime que ha pasado”… y un Billy que lo instaba a dejarme en paz.

―Llama a Charlie, dile que Bella está aquí y que no se preocupe, que se ha quedado dormida y volverá mañana a casa.

2 comentarios:

  1. eres increible caliope. te estoy leyendo desde colombia .
    definitivamente tus historias son fascinantes, felicidades por todo.
    colombia los lee mnuy a menudo y tu anterrior historia fue de los mejor , estoy segura que con esta sera lo mismo.

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  2. awwww... me han conseguido poner colorada... FRACIAS!!!!

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