29 mar 2010

FANFIC: La Trilogía

Autora: Calíope Cullen


CAPITULO 23: Explicaciones


Bella:

Una hora después de mi discusión con Edward terminé de juntar fuerzas para hablar con los dos… o con los tres, porque los cité casi frente a la jaula de Alec… necesitaba que él escuchara también.

—Bueno, quiero dejar las cosas en claro… para todos. Me gustaría que me dejaran hablar y no dijeran nada, cada uno podrá juzgarme después. —comencé despacio, sin mirar a ninguno de ellos, estaba harta de vivir acomodándome a las ganas y sueños de los demás y me propuse a mi misma que eso definitivamente debía cambiar.

—Nací como vampiro por voluntad propia… preferí que me transformaran a quedarme sola a enfrentar la realidad de que mi madre quería escaparse con alguien distinto a mi padre. Cumplí mi objetivo de ser la eterna hija amada? No lo sé… al final siempre reclamé a René de una u otra forma que la historia hubiera sido así. Phill era lo que en la Guardia llamábamos un “reclutador”, recorríamos el mundo buscando vampiros con dones que pudieran servir a los Volturi… o humanos con lo que Aro llamaba “oportunidades de proyección”.

Jane y Alec provienen del mismo sitio que yo… Jane era de alguna forma la mejor amiga que tuve siendo humana, estudió a mi lado con los maestros que ponía mi padre, fue mi confidente y mi hermana… debo decirte aquí Alec —dije mientras lo miraba— que recordar hoy cuanto la quería y cuanto daño le hice me hace sentiré una persona ruin. Fue idea mía convertirla, necesitaba compañía y para Phill sería una forma de salirse de mi fastidia adolescente, así que la transformó… y tu llegaste en el momento errado, no tuve corazón para matarte después, asi que ambos fueron según las propias palabras de mi padrastro: “un par de muñecos con los que podrás jugar”… claro que el trio dinámico sólo duró hasta que Aro nos vio, cada uno de nosotros era para él la extensión de su fe vampírica… nos educó, nos amoldó… nos enseñó secretos que sólo él sabia… y nos hizo su guardia, pero su guardia más cercana, su círculo de oro. Mi alma se cegó y mi avaricia tocó fondo, yo era la “princesa de Aro”, pero no toleraba que el don de Jane fuera tan magnífico y que tuviera a Aro tan maravillado, asi que jugué sucio, me aferré a ti… te utilicé sabiendo que Jane te adoraba y te protegía como su única familia… mantuve un salvoconducto que me diera piedra libre para poder lastimar a Jane sin que ella pudiera defenderse… te hice mi rehén… y nunca te ame… —suspiré. Apretaba mis propios puños como si quisiera golpearme a mi misma hasta arrancarme la piel. Jacob y Edward me miraban cautos, atentos, pero de entre toda la visión, la mirada de Alec era la más difícil de sostener… y precisamente porque en ellos no veía rencor.

—Te llevó muchos años darte cuenta de que no te amaba Alec.

—Lo supe siempre Isabella… yo también tengo pecados… el mio fue saber que no me querías como para que te hiciera feliz estar conmigo… pero retenerte igual. Jane no te odia por haberla envidiado, te odia por no haberte dado cuenta de otras cosas que te contaré después. Continúa… es obvio que no soy el único al que estas explicando las cosas aquí.

No me quedaban miradas de súplica, nos conocíamos demasiado bien para saber que eso había sido una disculpa mutua.

Me volví a dirigir a Jacob y Edward y continué:

—Dejé la guardia para convertirme en una “reclutadora” hace poco menos de diez años… he transformado desde eso un total de catorce vampiros de los cuales he vuelto a matar a tres por órdenes de Aro… y no voy a mentir… para miera un honor ser un Volturi, tal vez tanto como para ti ser un quileute Jake… el último de los vampiros que maté tenía un don raro que asustó a Marcus… tenía la capacidad de tocarte y retener tus peores y mejores emociones, sólo para devolvértelas comprimidas de una sola vez, haciéndotelas sentir. Estaba a mi merced cuando me miró y me dio las gracias por matarlo… me dijo que me regalaría algo que tal vez podría rescatarme de lo que era… y me tocó… —cuando llegué a este punto las palabras me salían lentas, casi silenciosas, escondidas de los oídos de todos, pero continué— … nunca pensé que mi egocentrismo, mi vanidad, mi egoísmo, mi avaricia y todos los sentimientos obtusos que me llenaban el alma pudieran doler tanto. Ese día pare… no supe qué camino tomar… no supe qué hacer… quería que alguien fuera capaz de borrar la cicatriz que sentía cruzándome los recuerdos y en eso a Phill se le ocurrió visitar Forks. Y la historia se complicó del todo, conocí un hombre lobo al que en vez de temer… respeto; conocí a un humano que en vez de desear como comida… —callé, no sabía que nombre ponerle a lo que sentía por Edward.—Soy esto… un vampiro cruel, arrepentido y confundido… un vampiro que hace cien años come sangre de animal sólo para probarse que puede llegar a ser “vegetariano”… soy esto… y sentí lo que me dijo tu Brujo como la gran oportunidad de redimirme… de curar mi cicatriz… de dejar de recordar una y otra vez que he sido mala y sin justificativos.

Dejé de hablar. Jacob se acercó a mi y lo rechacé con un gesto… Edward ni siquiera lo intentó, pero me lo merecía.

—Ninguno de ustedes se merece alguien como yo.

—Creo que ninguno de nosotros pretende “merecerte”… los sentimientos no se tratan de eso Bella. —me dijo Edward por fin.

—Sé que la trilogía es cierta y me quedaré aquí hasta que se cumpla la profecía del sello. No voy a lastimar a nadie más… soy un V A M P I R O… no puedo amar a un hombre lobo, no puedo amar a un humano… y definitivamente no supe amar a un vampiro… cuando todo termine me iré.

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