2. Pasa la brocha por el polvo. No lo hagas con demasiada insistencia, pues se trata de poner un toque de color, no de que te pongas chapas de muñeca.
3. Sacude el exceso de polvo. Esto es importante, pues querrás que el color quede difuminado, y no que forme una capa sólida y demasiado visible.
4. Aplícate el polvo en un sólo sentido. Esto es, lo debes poner de la mejilla hacia la sien. Lo puedes hacer en repetidas ocasiones, pero no presiones demasiado la brocha contra tu cara.
5. Cuida que las dos mejillas tengan la misma cantidad y ubicación de color. De lo contrario, tu cara no se verá totalmente simétrica.
3. Sacude el exceso de polvo. Esto es importante, pues querrás que el color quede difuminado, y no que forme una capa sólida y demasiado visible.
4. Aplícate el polvo en un sólo sentido. Esto es, lo debes poner de la mejilla hacia la sien. Lo puedes hacer en repetidas ocasiones, pero no presiones demasiado la brocha contra tu cara.
5. Cuida que las dos mejillas tengan la misma cantidad y ubicación de color. De lo contrario, tu cara no se verá totalmente simétrica.
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