28 mar 2010

FANFIC: La Trilogía

Autora: Calíope Cullen

CAPITULO 22: Rupturas


Edward:

Bella era un enjambre de pensamientos de culpa… nombraba a Jane, a Alec, a René, a Phil… nombraba incluso a Jake y a mi… pero su mente no decía nada en concreto que me permitiera entender algo de su desazón. Repetía una y otra vez que era “su” culpa, que no debería haber hecho tanto mal… que no era capaz de perdonarse a si misma… que esto no estaría ocurriendo si hubiera dejado las cosas correr.

Y a mí su tristeza me palidecía, me desesperaba al punto de crispar uno a uno mis nervios buscando horadar una y otra vez dentro de su mente buscando explicaciones que al parecer no existían.

Intenté hablarle…

—Aléjate de mi Edward, todo lo que toco se convierte en hiel.

—No es momento de autocompadecerse.

—No lo hago. Hazme caso y sólo aléjate de mi.

—¿Y lo que pasó entre nosotros?

—No pasó nada Edward… me besaste y te bese. Nada más. No hagas un drama pasional de eso.

¿Podía ser tan fría para decirme eso? ¿O fingía?

—A eso le llamas “nada”?

—Eres un niño para mi… ¿Cuánto has vivido?... ¿tienes idea de cuantos besos he dado en mi vida Edward Cullen?... es más… ¿tienes alguna remota idea de cuantas veces y con cuantas personas he tenido sexo?... no seas ingenuo Edward, tengo trescientos años… el “amor” es una fantasía tan o más vieja que Papá Noel.

Eso me hirió. Definitivamente eso me hirió, no fui capaz de responderle nada y la dejé ir mientras me quedaba al pie de la escalera, tan golpeado moralmente como si una manada de dinosaurios me hubiera pasado encima.

Jacob:

Ví a Bella subiendo la escalera mientras Edward la miraba desde la planta baja con la mirada lo suficientemente triste como para saber que algo no estaba bien.

¿Le habrá contado ella algo de lo que pasó en el bosque? No sabía que pensar de mi mismo, me sentía un ruin por haberla besado a la fuerza, y al mismo tiempo me sentía un cobarde por no seguir insistiendo. La Bonita me gustaba de verdad, me gustaba como nunca me había gustado alguien, pero… ¿podía yo ser tan iluso para pensar que una relación vampiro – licántropo podía funcionar?

Y además estaba Edward… tampoco había visto nunca que una mujer le calara de verdad. Y esta, definitivamente lo había hecho. ¿Y la sanguijuela asquerosa que me miraba rabioso desde el fondo de la jaula? ¿qué rol jugaba en el tablero?

—¿Pasó algo amigo? —le pregunté a Edward.

—Estoy hasta el cuello Jacob… jamás pensé que una mujer me lastimaría tanto.

“Nos”, pensé yo y él me miró.

—Ni siquiera puedo reprocharte que hayas pensado eso Jacob… tampoco soy tan tonto para no darme cuenta que a ti te gusta también más de lo saludable.

—No me gusta que hablemos del tema Ed… ahora nos desconcentra de algo que necesita nuestra atención… dejemos que el río fluya decía el Gran Brujo… y eso es lo que yo voy a hacer.

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